jueves, 27 de octubre de 2011

"Vinimos, vimos y él murió"

Hillary Clinton sobre la brutal ejecución de Muamar el Gadafi en Libia:


Sin comentarios.

domingo, 16 de octubre de 2011

¿La guerra como tabla de salvación de una economía moribunda?

La Segunda Guerra Mundial fue el gran experimento natural sobre los efectos de incrementar considerablemente el gasto gubernamental, y como tal siempre ha servido de ejemplo positivo importante para los que favorecemos un enfoque activo ante una economía deprimida.

La prosperidad de la guerra es como la prosperidad que traen un terremoto o una plaga.
Ludwig von Mises (Nación, Estado y Economía, 1919)

A pesar de un rescate bancario de $700 millardos de dólares; un paquete de estímulo económico por $700 millardos de dólares; casi $2 billones de dólares (trillones, cuenta corta) en flexibilización cuantitativa (1); y más de $16 billones de dólares en préstamos secretos para salvar a bancos nacionales y extranjeros; la economía de Estados Unidos no da signos de recuperación a cuatro años del inicio de la crisis económica (2).

En un artículo publicado hace un par de meses, Paul Craig Roberts, quien fuera Secretario Adjunto del Tesoro durante el primer mandato de Ronald Reagan, hace un recuento de la situación y esboza un panorama preocupante.

Según Roberts a lo largo de 2011 la economía estadounidense ha enfrentado tres crisis simultáneas. La primera de ellas surgió por la pérdida de empleos, PIB, ingreso de los consumidores y base tributaria, y fue causada por el translado de la base productiva al exterior (3). Por lo tanto, los únicos beneficiarios de los paquetes de estímulo económico han sido países como China, India e Indonesia.

La segunda crisis, la financiera, fue causada por la desregulación, el fraude y la avaricia. La titulización de las hipotecas provocó que las entidades emisoras no tuvieran ningún incentivo para conocer la solvencia del prestatario, ya que las hipotecas se combinaban y vendían a terceros por cuotas. Como a mayor cantidad de hipotecas, mayor era la ganancia, no tardaron en aparecer los emisores de informes crediticios falseados que provocaron el estallido de la burbuja inmobiliaria.

La tercera crisis fue el enorme déficit fiscal del gobierno federal que era imposible de financiar sin involucrar a la Reserva Federal mediante la monetización de la deuda pública estadounidense. Esta situación provocó dudas acerca del valor del dólar y su papel como moneda de reserva internacional, mismas que se vieron reflejadas en el alza del precio del oro y la plata.

Cualquiera de estas crisis era, por sí misma, seria; todas juntas implican una catástrofe económica.

Roberts continúa con una lectura geopolítica sobre la situación actual en el Medio Oriente que es reveladora:

No había una salida obvia [a las crisis], y aunque se pudiera hallar alguna, el gobierno estaba enfocado en otra cosa: guerras.

De manera adicional a las operaciones militares en Irak, Afganistán, Pakistán, Yemen y Somalia, Estados Unidos y la OTAN comenzaron operaciones militares contra Libia el 19 de marzo de 2011. Como con las guerras existentes, el propósito real de la agresión contra Libia no fue reconocido, pero quedó claro que era privar a China de sus inversiones petroleras en el este del país. A diferencia de las protestas árabes previas, la rebelión libia fue un levantamiento armado en el que algunos vieron la mano de la CIA.

La guerra de Libia aumentó el riesgo, porque a pesar de ocultarse tras el velo de las protestas árabes, Estados Unidos estaba confrontando a China. De manera similar, en la rebelión armada en Siria, el objetivo de Washington era la base naval rusa en Tartus. Derrocando al gobierno de Assad en Siria e instalando un régimen aliado se pondría fin a la presencia naval rusa en el Mediterráneo.

Al ocultar sus propósitos detrás de las protestas en Libia y Siria, mismas que podría haber iniciado, Washington evitaba conflictos frontales con China y Rusia, pero ambas potencias comprendieron que se estaba golpeando sus intereses. Esto elevó la imprudencia de las políticas agresivas de Washington al iniciar una confrontación con dos potencias nucleares, una de ellas con poder financiero al ser el principal acreedor extranjero de Estados Unidos.

Roberts culmina su análisis al sur del Magreb. Para contrarrestar las inversiones chinas en el continente africano, especialmente en Angola (4) y Nigeria (5), Obama ha mantenido el enfoque militarista de su antecesor en la Casa Blanca con la creación del Mando África del ejército estadounidense (6).

Preocupado por su ascenso, Estados Unidos se comprometió a impedir el acceso de China a fuentes independientes de energía. El gran juego que en el pasado ha llevado siempre a la guerra se está jugando una vez más.

¿Será posible que el gobierno estadounidense esté pensando que, tal como ocurrió en 1940, la vía para sacar al país de la depresión económica es involucrarlo en un nuevo conflicto bélico de proporciones inciertas?

Las recientes declaraciones del senador Lindsey Graham, un halcón republicano partidario de acciones militares contra Irán, Siria y Pakistán, parecen apuntar en este sentido (7).

lunes, 10 de octubre de 2011

Crónica del colapso: Breslavia

¡El mundo está desquiciado! ¡Vaya faena, haber nacido yo para tener que arreglarlo!

Geithner durante el encuentro con los ministros europeos de Finanzas en Breslavia. Foto: Bartek Sadowski/Bloomberg News.

Ocurrió en Breslavia, Polonia, el 16 de septiembre de 2011; Stephen Castle y Louise Story lo describieron así en una crónica para The New York Times:

Estados Unidos ha sido considerado durante mucho tiempo un consejero financiero para el resto del mundo. Pero, en estos días, los funcionarios estadounidenses tienen cola que les pisen.

Alguna vez llamados "el comité para salvar al mundo", tras la crisis asiática de la década de los años 1990, los funcionarios financieros estadounidenses se encuentran ahora emitiendo disculpas por el daño causado al mundo por la crisis financiera de 2008 y cubriendo sus consejos a los países europeos con el gesto de los curtidos en la batalla.

El cambio de tono se mostró aquí este viernes cuando secretario del Tesoro, Timothy F. Geithner hizo una aparición inusual en la reunión de los ministros de Finanzas de la Eurozona. El señor Geithner había sido invitado para ofrecer consejos sobre como resolver los problemas de deuda soberana y bancarios de Europa.

Los líderes europeos, quienes se han mostrado lentos a la hora de reaccionar frente a las causas fundamentales del problema, emergieron de la reunión desdeñosos de las ideas del señor Geithner y, en algunos casos, de la idea misma de que Estados Unidos estuviera en posición de ofrecer consejos.

"Me parece curioso que, no obstante que los estadounidenses tienen una situación significativamente peor que la de la zona euro, ellos nos digan lo que deberíamos hacer", dijo Maria Fekter, ministra de Finanzas de Austria, después de la reunión el viernes por la mañana. "Hubiera esperado que, después de darnos su visión del mundo, él hubiera escuchado lo que nosotros tenemos que decir".

Estas críticas se hicieron eco de los demás asistentes de la reunión, entre ellos el ministro de Finanzas de Bélgica, Didier Reynders, quien dijo que Geithner debe escuchar más que hablar.

¿Está Estados Unidos en una situación peor que la de Europa? Eso no es lo que nos recetan a diario los analistas económicos de los principales medios informativos…

Sin embargo, Fekter no está sola. Jim Rogers, uno de los fundadores del Quantum Fund, opina en el mismo sentido en una entrevista concedida a CNBC:

Europa tiene unos pocos estados en bancarrota, lo mismo ocurre en Estados Unidos. Tenemos a Illinois, que es más grande que Grecia, tenemos a California, tenemos a Nueva York, […] esos son estados muy grandes que tienen problemas económicos serios. Tenemos planes de pensiones en Estados Unidos terriblemente descapitalizados.

Europa tiene grandes problemas, pero la entidad como un todo no está tan profundamente endeudada como Estados Unidos. Ellos no tienen el enorme déficit comercial que tenemos nosotros.

Para Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group, la mayor firma de consultoría de riego político del mundo, las reglas del juego han cambiado (1):

Estamos en un entorno mundial muy diferente ahora. […] La credibilidad de Estados Unidos ha disminuido y no puede simplemente decirle a Europa lo que debe hacer. Además carece de la voluntad política y los medios para resolver los problemas europeos con dinero en efectivo, a pesar de que estos podrían convertirse en problemas para Estados Unidos muy rápidamente.

El liderazgo de Estados Unidos a nivel mundial está haciendo aguas por todas partes desde hace algún tiempo y la parálisis política, puesta al descubierto tras el patético espectáculo ofrecido por el Congreso estadounidense durante la discusión sobre el límite de endeudamiento del gobierno federal, no ha hecho más que encender nuevas señales de alarma (2).

El sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein lo viene repitiendo hace años y nos invita a reflexionar sobre el futuro (3):

Hace 10 años, cuando algunas personas y yo hablábamos de la decadencia de Estados Unidos en el sistema-mundo, a lo sumo nos topábamos con sonrisas de condescendencia ante nuestra ingenuidad. ¿No era Estados Unidos la única superpotencia, involucrada en cada uno de los rincones más remotos de la Tierra, haciendo lo que quisiera casi todo el tiempo? Ésta era una visión compartida a todo lo ancho del espectro político.

Hoy, la visión de que Estados Unidos está en decadencia, en seria decadencia, es una banalidad. Todo el mundo lo dice, excepto algunos políticos estadounidenses que temen ser culpados por las malas noticias de la decadencia si la discuten. El hecho es que prácticamente todo el mundo cree hoy en la realidad de esa decadencia. Sin embargo, algo que está menos discutido es cuáles han sido y serán las consecuencias en el mundo de esta decadencia.

[…]

Es tiempo de un análisis de largo plazo mucho más sobrio, de juicios morales mucho más claros acerca de lo que el análisis revela, y de acciones políticas mucho más efectivas en el esfuerzo, en los próximos 20 o 30 años, para crear un mejor sistema-mundo que en el que estamos atorados ahora.

Ahora sí que, como dicen en mi pueblo, ¡a lo que te truje, Chencha! (4)