jueves, 31 de mayo de 2012

Mineria espacial o cómo hacer pasar un camello por el ojo de una aguja

Sin embargo, para el momento en que la fragmentación reduzca la población de objetos grandes, el entorno de desechos resultante será probablemente demasiado hostil para el uso futuro del espacio.
Donald J. Kessler, (Collisional cascading: The limits of population growth in low earth orbit, 2002)

Ocurrió hace un par de días: la discusión habitual en el café de costumbre, tras la comida con los compañeros de trabajo, se tornó bizarra.

Todo comenzó al comentar lo absurdas que me parecen, entre tantos problemas y aprietos que enfrentamos en la actualidad, iniciativas como la anunciada hace algunas semanas por una empresa basada en Seattle, Washington:

Puede que sea la fiebre del platino lo que acabe abriendo la última frontera. Una empresa llamada Planetary Resources ha anunciado sus planes de explotar asteroides que pasen cerca de la Tierra con el fin de ofrecer suministros a futuros viajeros interplanetarios y traer metales preciosos como el platino.

La iniciativa puede antojarse inverosímil, pero ha atraído a algunos inversores de renombre, entre ellos Larry Page y Eric Schmidt, de Google, así como suculentos contratos de desarrollo tecnológico. “Si creemos que los recursos del espacio son esenciales para los viajes del futuro, inevitablemente llegaremos a la conclusión de que los asteroides, o más concretamente los que pasan cerca de la Tierra, son el trampolín hacia el resto del sistema solar”, opina Eric C. Anderson, uno de los cofundadores de la empresa.

Puesto que un asteroide no contiene aire y su fuerza de gravedad es ínfima, llegar a él es relativamente fácil. A diferencia de la Luna o Marte, una nave excavadora robotizada no necesitaría paracaídas ni un motor potente para llegar hasta un pequeño asteroide y adosarse a él. “Es probable que existan unos 1.500 asteroides cercanos a la Tierra a los cuales es más sencillo llegar, en lo que a energía se refiere, que a la superficie de la Luna”, dice Anderson. (1)


Olvidémonos de la basura espacial y del Síndrome de Kessler; ya lo sé: con la ayuda de la tecnología el ser humano es capaz de realizar cualquier cosa que se proponga.

Ustedes me disculparán pero, tras ver el video promocional, no pude más que reír recordando este maravilloso cuento de Juan José Arreola:

En verdad os digo

Todas las personas interesadas en que el camello pase por el ojo de la aguja, deben inscribir su nombre en la lista de patrocinadores del experimento Niklaus.

Desprendido de un grupo de sabios mortíferos, de esos que manipulan el uranio, el cobalto y el hidrógeno, Arpad Niklaus deriva sus investigaciones actuales a un fin caritativo y radicalmente humanitario: la salvación del alma de los ricos.

Propone un plan científico para desintegrar un camello y hacerlo que pase en chorro de electrones por el ojo de una aguja. Un aparato receptor (muy semejante en principio a la pantalla de televisión) organizará los electrones en átomos, los átomos en moléculas y las moléculas en células, reconstruyendo inmediatamente el camello según su esquema primitivo. Niklaus ya logró cambiar de sitio, sin tocarla, una gota de agua pesada. También ha podido evaluar, hasta donde lo permite la discreción de la materia, la energía cuántica que dispara una pezuña de camello. Nos parece inútil abrumar aquí al lector con esa cifra astronómica.

La única dificultad seria en que tropieza el profesor Niklaus es la carencia de una planta atómica propia. Tales instalaciones, extensas como ciudades, son increíblemente caras. Pero un comité especial se ocupa ya en solventar el problema económico mediante una colecta universal. Las primeras aportaciones, todavía un poco tímidas, sirven para costear la edición de millares de folletos, bonos y prospectos explicativos, así como para asegurar al profesor Niklaus el modesto salario que le permite proseguir sus cálculos e investigaciones teóricas, en tanto se edifican los inmensos laboratorios.

En la hora presente, el comité sólo cuenta con el camello y la aguja. Como las sociedades protectoras de animales aprueban el proyecto, que es inofensivo y hasta saludable para cualquier camello (Niklaus habla de una probable regeneración de todas las células), los parques zoológicos del país han ofrecido una verdadera caravana. Nueva York no ha vacilado en exponer su famosísimo dromedario blanco.

Por lo que toca a la aguja, Arpad Niklaus se muestra muy orgulloso, y la considera piedra angular de la experiencia. No es una aguja cualquiera, sino un maravilloso objeto dado a luz por su laborioso talento. A primera vista podría ser confundida con una aguja común y corriente. La señora Niklaus, dando muestra de fino humor, se complace en zurcir con ella la ropa de su marido. Pero su valor es infinito. Está hecha de un portentoso metal todavía no clasificado, cuyo símbolo químico, apenas insinuado por Niklaus, parece dar a entender que se trata de un cuerpo compuesto exclusivamente de isótopos de níkel. Esta sustancia misteriosa ha dado mucho que pensar a los hombres de ciencia. No ha faltado quien sostenga la hipótesis risible de un osmio sintético o de un molibdeno aberrante, o quien se atreva a proclamar públicamente las palabras de un profesor envidioso que aseguró haber reconocido el metal de Niklaus bajo la forma de pequeñísimos grumos cristalinos enquistados en densas masas de siderita. Lo que se sabe a ciencia cierta es que la aguja de Niklaus puede resistir la fricción de un chorro de electrones a velocidad ultracósmica.

En una de esas explicaciones tan gratas a los abstrusos matemáticos, el profesor Niklaus compara el camello en tránsito con un hilo de araña. Nos dice que si aprovecháramos ese hilo para tejer una tela, nos haría falta todo el espacio sideral para extenderla, y que las estrellas visibles e invisibles quedarían allí prendidas como briznas de rocío. La madeja en cuestión mide millones de años luz, y Niklaus ofrece devanarla en unos tres quintos de segundo.

Como puede verse, el proyecto es del todo viable y hasta diríamos que peca de científico. Cuenta ya con la simpatía y el apoyo moral (todavía no confirmado oficialmente) de la Liga Interplanetaria que preside en Londres el eminente Olaf Stapledon.

En vista de la natural expectación y ansiedad que ha provocado en todas partes la oferta de Niklaus, el comité manifiesta un especial interés llamando la atención de todos los poderosos de la tierra, a fin de que no se dejen sorprender por los charlatanes que están pasando camellos muertos a través de sutiles orificios. Estos individuos, que no titubean en llamarse hombres de ciencia, son simples estafadores a caza de esperanzados incautos. Proceden de un modo sumamente vulgar, disolviendo el camello en soluciones cada vez más ligeras de ácido sulfúrico. Luego destilan el líquido por el ojo de la aguja, mediante una clepsidra de vapor, y creen haber realizado el milagro. Como puede verse, el experimento es inútil y de nada sirve financiarlo. El camello debe estar vivo antes y después del imposible traslado.

En vez de derretir toneladas de cirios y de gastar dinero en indescifrables obras de caridad, las personas interesadas en la vida eterna que posean un capital estorboso, deben patrocinar la desintegración del camello, que es científica, vistosa y en último término lucrativa. Hablar de generosidad en un caso semejante resulta del todo innecesario. Hay que cerrar los ojos y abrir la bolsa con amplitud, a sabiendas de que todos los gastos serán cubiertos a prorrata. El premio será igual para todos los contribuyentes: lo que urge es aproximar lo más que sea posible la fecha de entrega.

El monto del capital necesario no podrá ser conocido hasta el imprevisible final, y el profesor Niklaus, con toda honestidad, se niega a trabajar con un presupuesto que no sea fundamentalmente elástico. Los suscriptores deben cubrir con paciencia y durante años, sus cuotas de inversión. Hay necesidad de contratar millares de técnicos, gerentes y obreros. Deben fundarse subcomités regionales y nacionales. Y el estatuto de un colegio de sucesores del profesor Niklaus, no tan sólo debe ser previsto, sino presupuesto en detalle, ya que la tentativa puede extenderse razonablemente durante varias generaciones. A este respecto no está de más señalar la edad provecta del sabio Niklaus.

Como todos los propósitos humanos, el experimento Niklaus ofrece dos probables resultados: el fracaso y el éxito. Además de simplificar el problema de la salvación personal, el éxito de Niklaus convertirá a los empresarios de tan mística experiencia en accionistas de una fabulosa compañía de transportes. Será muy fácil desarrollar la desintegración de los seres humanos de un modo práctico y económico. Los hombres del mañana viajarán a través de grandes distancias, en un instante y sin peligro, disueltos en ráfagas electrónicas.

Pero la posibilidad de un fracaso es todavía más halagadora. Si Arpad Niklaus es un fabricante de quimeras y a su muerte le sigue toda una estirpe de impostores, su obra humanitaria no hará sino aumentar en grandeza, como una progresión geométrica, o como el tejido de pollo cultivado por Carrel. Nada impedirá que pase a la historia como el glorioso fundador de la desintegración universal de capitales. Y los ricos, empobrecidos en serie por las agotadoras inversiones, entrarán fácilmente al reino de los cielos por la puerta estrecha (el ojo de la aguja), aunque el camello no pase.

Confabulario (1952)

domingo, 27 de mayo de 2012

Exportando nutrientes y agua: costos ecológicos ocultos del modelo agrícola actual

Campo irrigado en McMicken, Arizona. Foto: Kevin Dooley.
Hace un par de días terminé la lectura de The Crash Course: The Unsustainable Future Of Our Economy, Energy, And Environment, el libro que Chris Martenson preparó sobre la base de las investigaciones que realizó para su seminario en video acerca de economía, energía y medio ambiente.

El libro es francamente interesante y Martenson consigue, con éxito a mi entender, profundizar aun más en el análisis de los problemas y predicamentos que enfrentamos en la actualidad.

Una de las partes que más llamó mi atención, seguramente porque nunca se me había ocurrido pensar en ello, es la que explica algunas implicaciones y costos ecológicos ocultos del modelo agrícola vigente en la actualidad:

Exportando nutrientes


Los Estados Unidos exportan unas 80 millones de toneladas de productos agrícolas cada año (fundamentalmente granos), lo que representa una enorme cantidad de agua […] y nutrientes vitales que son cosechados de los suelos y enviados al extranjero. Como los nutrientes no son reciclados en los suelos, los elementos vitales que las plantas utilizan para mantener sus funciones biológicas y su crecimiento se están agotando rápidamente de los suelos cultivados

Algo sobre lo cual usted puede haber leído recientemente es que, según análisis realizados, las plantas cultivadas hoy en día contienen muchos menos nutrientes que las cosechadas algunas décadas atrás (1). La evidencia citada más abajo fue preparada por el Dr. Donald R. Davis y revela los siguientes patrones de agotamiento en la nutrición de los alimentos y los nutrientes del suelo:

  • La concentración de proteínas en el trigo y la cebada ha disminuido entre un 30% y un 50% entre los años 1938 y 1990.
  • Del mismo modo, un estudio realizado sobre 45 variedades de maíz, plantadas unas al lado de las otras de 1920 a 2001, encontró que las concentraciones de proteínas, aceites y 3 aminoácidos disminuyeron en las nuevas variedades.
  • El contenido de 6 minerales ha declinado entre 22% y 39% en 14 variedades de trigo ampliamente sembradas a lo largo de los últimos 100 años.
  • Datos oficiales sobre nutrientes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, muestran que el contenido de calcio en el brócoli promediaba 12.9 mg/g de peso seco en 1950, pero sólo 4.4 mg/g en 2003.

No hay ningún misterio en estos resultados. Si usted sistemáticamente cosecha minerales del suelo sin reponerlos y los envía lejos, eventualmente el suelo comenzará a agotarse y habrá menos de esos minerales disponibles para las plantas. En este sentido, entonces, muchos granjeros están de hecho haciendo minería de los suelos de los cuales depende su subsistencia. Si no cerramos el círculo de algún modo llevando nuevamente esos minerales a los suelos en las mismas cantidades en que los extraemos y transportamos, la práctica de la agricultura en ellos se tornará insostenible. Tarde o temprano, esos suelos se volverán absolutamente estériles y adecuados únicamente para el tipo de agricultura que emplea enormes cantidades de energía (en algún punto de la línea) para transportar y reemplazar esos nutrientes por otros medios.
 Más adelante, Martenson analiza el problema del agua:

Exportando agua— La historia de la comida

El agua es un factor indispensable en la historia de las siempre crecientes cosechas de las pasadas décadas. Las cosechas mundiales de comida se han triplicado desde 1950, y la irrigación es responsable de una buena parte de esos aumentos. La mayoría de la gente se sorprende al aprender que cada kilogramo de trigo cosechado requiere de 1,000 litros de agua para crecer. En este sentido, esta relación 1000:1 significa que cuando los Estados Unidos exportan trigo, en realidad están exportando agua. Un millón de toneladas de granos es lo mismo que un millardo de toneladas de agua, lo cuál explica por qué muchos de los países que tienen problemas de abastecimiento de agua prefieren comprar sus granos en lugar de sembrarlos en sus suelos resecos. Es más barato que cavar pozos o construir plantas de desalinización.

Sin el uso de acuíferos, mucha de la tierra agrícola más seca en el mundo, como los campos de trigo en Arabia Saudita, tendrán que ser abandonadas del todo. Y la agricultura en regiones más templadas tendrá que regresar a las prácticas de siembra de temporal (lo que significa depender únicamente del agua de lluvia en lugar de la irrigación) y esto puede disminuir los cultivos. Esta es una inconveniente realidad en un momento en el que el futuro de la seguridad alimentaria es una preocupación abierta de los líderes mundiales y justo cuando se espera un crecimiento de la población de aproximadamente 40% en los próximos 40 años.

Citando a Lester Brown [el autor de Plan B: Rescuing a Planet under Stress and a Civilization in Trouble] de nuevo: “Para conocer dónde tendremos concentrados los déficits de granos mañana requerimos conocer dónde se están desarrollando los déficits de agua hoy”. Las naciones más secas y populosas ya están enfrentando problemas con el agua hoy. De modo que, a medida que ponderamos el predicamento de la disminución en el nivel de los mantos freáticos, deberíamos también preguntarnos acerca del impacto que estos tendrán en nuestra habilidad para mantener, unas décadas más de crecimiento exponencial, por no decir un crecimiento perpetuo. Dada la enorme letanía de dificultados que estamos enfrentando en la actualidad con el agua, me parece poco probable que seamos capaces de duplicar nuestro crecimiento económico sin incurrir en serios problemas.

Sin duda un par de puntos muy importantes para traer a la discusión pública.

domingo, 20 de mayo de 2012

La educación superior no garantiza nada

Joven desempleado mantiene el buen humor tras el desalojo del campamento de OWS en Zuccotti Park, Nueva York. Foto: hardtopeel.
Ayer, en medio de una conversación con una amiga, ella expresó su convencimiento de que la era de los empleos formales ha terminado.

Su comentario llamó mi atención: es joven, se graduó recientemente y le preocupa no tener la certeza de que contará con los recursos suficientes para llegar al final de cada mes.

Tienes razón —afirmé las cosas han cambiado y el futuro será muy diferente de lo que hemos vivido hasta hoy.

Hace unos meses escribí un breve nota sobre la prostitución encubierta en la que se ven envueltas jóvenes británicas que están intentando terminar sus estudios universitarios, debido a la precaria situación económica actual.

Leo un artículo de Bonnie Kavoussi en The Huffington Post que confirma que, en el mundo de hoy, nadie tiene garantizado nada, no importa que tan cualificado esté:

El número de doctorados que reciben beneficios del Programa de Cupones para Alimentos  y otras formas de beneficios se triplicó entre 2007 y 2010 pasando a 33,655 personas, de acuerdo a un análisis del Urban Institute citado por The Chronicle of Higher Education. El número de titulares de maestría bajo el mismo programa y otras formas de beneficios también se triplicó durante el mismo período pasando a 293,029 personas, de acuerdo al mismo análisis.

[…] Hay 5,057 personas con grado académico de doctor trabajando como porteros, de acuerdo a datos de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) citados por el mismo diario.

Este dato es revelador en un país en el que el 15% de la población sobrevive gracias a estos beneficios. Recordemos que en el mismo lapso de tiempo el número de beneficiarios del programa, entre la población general de Estados Unidos, se incrementó en 43% llegando a 46.3 millones de personas en febrero de 2012 (1).

¿Significa esto que no vale la pena estudiar una carrera universitaria? Evidentemente no. Pero los jóvenes de hoy deben tener mucho cuidado a la hora de elegir la profesión que quieren estudiar y no deben tener miedo de dedicarse a otra actividad creativa productiva llegado el momento.

Actualización 7/6/2012: Leo en una nota de Jed Graham en el Investor's Business Daily lo siguiente:
Por primera vez en la historia, los trabajadores sin empleo mayores de 25 años que asistieron a alguna universidad exceden en número a aquellos que optaron por quedarse con un diploma de educación secundaria o menos.

En Estados Unidos entre mayor es la educación, mayor es el desempleo. Fuente: IBD con datos del BLS.

Según un artículo de Hope Yen de Associated Press, uno de cada 2 recién graduados está sin empleo en Estados Unidos.

Yen nos da algunas pistas sobre lo que está sucediendo:

Un análisis de los datos gubernamentales realizado por The Associated Press pone al descubierto perspectivas desiguales para los titulares de una licenciatura.

Las oportunidades para los graduados universitarios varían enormemente.

Mientras hay una enorme demanda en las áreas de ciencia, educación y salud, las artes y humanidades desfallecen. Los salarios medios para los graduados universitarios han caído desde el año 2000, debido a las cambios tecnológicos que han eliminado trabajos de nivel medio como cajeros de bancos. Se espera que la mayoría de los nuevos empleos se creen en posiciones de más bajo nivel como ayudantes de salud en el hogar, mismos que pueden proporcionar atención personalizada a medida que la población de Estados Unidos envejece.