sábado, 11 de septiembre de 2010

Estados Unidos está en bancarrota… y muchos lo saben

Hace algunas semanas reseñé un esclarecedor artículo que Laurence Kotlikoff, un profesor de Economía de la Universidad de Boston, escribió para Bloomberg. El artículo se titulaba “Estados Unidos está en bancarrota y nosotros ni siquiera lo sabemos” y estuvo 5 días en su lista de los más leídos.

Pues bien, StrategyOne, una empresa global de estudios de mercado y encuestas de opinión, acaba de publicar los resultados de una interesante encuesta que muestra que Kotlikoff se equivocaba, en parte, y que 71% de los estadounidenses saben que su país está fundamentalmente quebrado.

La encuesta confirma también que, consciente de su incierto futuro, el consumidor estadounidense ha muerto:

  • 48% opina que los mejores días de Estados Unidos quedaron atrás.
  • 65% dice que es muy posible que ocurra una recesión doble y 44% de los que piensan esto cree que la segunda parte de la recesión será peor que la primera.
  • 41% planea reducir sus gastos y 35% planea reducir gastos en línea.
  • 79% dice que gastarán menos dinero esta Navidad.
  • 87% no tiene ninguna intención de invertir en una casa o en un auto y 49% ya ha demorado las inversiones de este tipo.
  • 26% no espera que sus finanzas personales se recuperen completamente hasta después de 2011 y 26% piensa que sus finanzas personales no se recuperarán jamás.

Bradley Honan, vicepresidente senior de StrategyOne, declaró:

El público estadounidense —caracterizado por su optimismo y resistencia— mira a su alrededor y ve más y más nubes oscuras de tormenta aproximándose en el horizonte. No sólo la confianza en la economía ha sido severamente minada, sino que ahora hay dudas reales y significativas emergiendo en torno al país.
A medida que entramos en el mes 34 desde que la "Gran Recesión" comenzó, observamos que la mentalidad de los consumidores se está volviendo aún más cautelosa y conservadora de lo que habíamos visto antes. El motor de consumo que alimenta nuestro crecimiento está estancado o atorado en baja velocidad. Hasta que los consumidores sientan más confianza y estén dispuestos a gastar con mayor libertad, el crecimiento será anémico en el mejor de los casos.

Pero eso es casi imposible que ocurra.

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