El mensaje oficial —en todas las economías, en todos los países— en este año que comienza es "Ya ha pasado lo peor; ahora a crecer de nuevo". Finalmente, la mayoría ha admitido que lo vivido en estos dos últimos años ha sido terrible, y lo sucedido en el primer semestre del 2009, lo más duro desde la Gran Depresión. Bien, como explico en mi libro El crash del 2010, lo sucedido es sólo la antesala de lo que está por llegar, lo sucedido ha sido la precrisis de la crisis sistémica que, entiendo, estallará a mediados del año en curso.
Al buscar más información sobre el autor encontré el video de un interesante debate que tuvo con el economista Luis Ayala Cañón en CNN+ en junio de 2009:
Su tesis coincidía, de cierto modo, con otras que he estado leyendo últimamente; de modo que, cuando el fin de semana pasado me topé con su libro en un establecimiento al sur de la ciudad, no dude en adquirirlo.
No pretendo en este post hacer una valoración crítica de la obra de Niño Becerra, puesto que no soy economista y apenas entiendo algunos conceptos básicos (Javier Cantero escribió una reseña crítica que resulta interesante al respecto); simplemente me gustaría resumir algunas de las ideas que el autor presenta en el libro de forma bastante amena, por cierto.
Niño Becerra basa su teoría en la existencia de ciclos económicos de 250 años caracterizados por un determinado modo de producción:
Los sistemas económico-sociales son elementos muy curiosos: con ligerísimas variaciones, todos tienen una duración de 250 años, todos se caracterizan por modos de hacer específicos [...], cada uno es evolución del anterior, en todos se han producido crisis más o menos importantes y crisis que afectan de forma irreversible a la esencia del sistema: las denominadas crisis sistémicas; y todos finalizan con una supercrisis que arrasa todo lo anterior y que sume el presente, durante al menos un par de décadas, en la negrura más absoluta; siempre ha sido así. (pág. 26)
Según Niño Becerra en los últimos 20 siglos hemos vivido 18 crisis sistémicas y la actual, la número 19 (que no sería la última del modo de producción capitalista nacido alrededor de 1820, tras el Congreso de Viena), simplemente sentaría las bases para el nacimiento de un nuevo modo de producción cuando se produzca la próxima crisis, esa sí terminal, alrededor de 2070.
Para argumentar esto, Niño Becerra hace un recorrido por la historia y las diferentes fases del capitalismo (desde la acumulación originaria de capital, hasta la globalización económica, poniendo especial énfasis en la Gran Depresión) concluyendo que el modo de producción capitalista está agotado:
Ahora tendremos que cambiar el modo como deben hacerse las cosas. Es lo que pondrá sobre la mesa la crisis del 2010: que hay que modificar la manera de funcionar porque la antigua se agotó por una razón elemental: es una manera de hacer las cosas absolutamente ineficiente. (pág. 159)
Para Niño Becerra el embrión teórico del nuevo modo de producción podría encontrarse en la Tercera Vía de Anthony Giddens:
Hoy la tendencia apunta hacia la buena administración, hacia el no-desperdicio, hacia lo necesario, hacia la eficiencia, hacia la productividad. Pero eso equivale al fin de ese bienestar sustentado en el desperdicio, por insostenible. (pág. 162)
Dos afirmaciones hechas en la parte final del libro llamaron mi atención: la primera, sobre el papel de las corporaciones y el fin del Estado:
[D]urante los años de crisis la importancia de las corporaciones aumentará aceleradamente consolidando un proceso que ya empezó en los años ochenta; este protagonismo creciente de las corporaciones se producirá a costa del papel del Estado: aquéllas irán desempeñando roles que hoy éstos llevan a cabo; de hecho, el declive del papel del Estado será uno de los signos más significativos de que el sistema político aún vigente está muriendo, al haber evolucionado el Estado hacia una posición cada vez más prescindible. (pág. 129)
La segunda, sobre la pocas posibilidades que tiene América Latina de enfrentar esta crisis con éxito:
Hacia el año 2020, cuando la crisis que seguirá al crash se haya dado oficialmente por acabada, los recursos que poseen los países latinoamericanos que hoy los producen continuarán ahí. La pregunta es si esos Estados habrán tenido la suficiente fuerza de cohesión para continuar existiendo como tales. (pág.179)
En uno de sus más reciente artículos, Niño Becerra afirma, con base en los acontecimientos actuales, que la crisis ya ha comenzado. De ser así, el panorama es bastante sombrío:
La crisis, la verdadera crisis, cuando estalle, a mediados del 2010, será tremenda, paralizante, una auténtica caída a plomo; será deflación, depresión, nada comparable a pasadas recesiones que usted haya vivido. Será algo semejante al sentimiento que se refleja en los rostros de las gentes que muestran las imágenes tomadas durante la Gran Depresión; unos rostros que, si nos hablasen, aunque lo hiciesen con las palabras de los años treinta, en realidad estarían hablándonos con las de mañana. Los de esas gentes son los rostros de una crisis profunda, sistémica, como la que en estos momentos ya está llamando a nuestras puertas. (pág. 186)
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