domingo, 2 de enero de 2011

Cambio climático y desastres antropogénicos

El año 2010 será recordado, entre otras razones, por la cantidad récord de "desastres naturales" asociados con el cambio climático que se produjeron.

Durante el verano boreal fuimos testigos, lo mismo de una terrible sequía acompañada de enormes incendios forestales en Rusia, que de brutales inundaciones en Pakistán que afectaron a unos 20 millones de personas.



Miles de personas murieron en estos países; las pérdidas materiales fueron cuantiosas y estuvieron acompañadas de aumentos en el precio de algunas materias primas como el trigo (1).

En México, los "desastres naturales" son un problema recurrente durante la temporada de huracanes. Año con año nos dedicamos a reconstruir lo que el agua se lleva, como en el reciente caso del huracán Alex en Monterrey o el de la inundación de Villahermosa en 2007.

El río Santa Catarina en Monterrey, Nuevo León, tras el paso del huracán Alex. (Foto: JayCee Loop)

De acuerdo al Atlas de riesgo 2010 de Maplecroft, la mayor vulnerabilidad al cambio climático se da en los llamados "países subdesarrollados".

Índice de vulnerabilidad al cambio climático 2009/2010. A medida que el color cambia de azul a amarillo, el riesgo disminuye.

Es posible que sea por esto que los estadounidenses se muestran escépticos ante los riesgos del cambio climático.

Pero, ¿cuántos de estos desastres son, en realidad, producto del cambio climático y cuántos producto de la estupidez humana?

Rolando García, un investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, expone en su libro Sistemas complejos. Conceptos, método y fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria, algunos ejemplos que llamaron mi atención:

Ejemplo I
Al principio de la investigación sobre la introducción de cultivos comerciales en la región conocida como El Bajío, se hicieron entrevistas en diferentes comunidades campesinas. Hubo acuerdo unánime en considerar que uno de los problemas más serios de la región era el cambio climático reflejado en sequías cada vez más prolongadas. Esto era un hecho aceptado sobre la base de la experiencia personal de los granjeros, es decir, era considerado como "el producto de la observación".

El análisis climatológico que hicimos, sin embargo, no mostró ningún cambio en la frecuencia o en la duración de las sequías en décadas recientes. Había variaciones como consecuencia de ciertas fluctuaciones climáticas, pero sin que éstas mostraran una tendencia particular.

Las razones de esta discrepancia se clarificaron con el progreso de la investigación. El distrito de irrigación había sido ampliado cuando fueron introducidos los nuevos cultivos [de sorgo] mediante la excavación de pozos a gran escala. La sobreexplotación del manto acuífero condujo a un marcado descenso del manto freático. Esto, a su vez condujo a la rápida absorción del agua de lluvia por el subsuelo. Lo que los campesinos "observaron" no era una sequía más prolongada sino períodos más largos en los que el suelo estaba seco […]

Ejemplo II
En un estudio realizado en el Valle del Etla, en el estado de Oaxaca, encontramos que el río que proveía agua para propósitos de irrigación había sufrido un cambio importante en décadas recientes. La experiencia campesina (incluso más que los datos oficiales) fue concluyente: "cuando era joven me podía bañar en el río durante todo el año; ahora hay largos períodos en que el río está seco". Una vez más la sequía era señalada como culpable. Investigaciones posteriores mostraron que el régimen de lluvia no había cambiado. La carencia de agua en el río se debía a la deforestación de las áreas más altas en las colinas que rodeaban el valle. (García, op. cit., págs. 164-165)

Podemos concluir entonces que la acción del hombre sobre la naturaleza puede provocar, a través de la deforestación, tanto inundaciones, como sequías.

Pero no sólo eso: la promesa de un futuro mejor a través de la "modernización" de la agricultura tradicional también puede provocar, a mediano plazo, una disminución en la calidad de vida y desnutrición:

Ejemplo III
En la región de La Laguna emprendimos estudios fuera del distrito de irrigación. También realizamos una investigación retrospectiva sobre la calidad de vida de la población, utilizando los índices de variación de desnutrición en comunidades con diferentes historias productivas.

Encontramos que, por un lado, los grupos cuya producción estaba vinculada con el mercado regional tenían un estado nutricional menos estable; eran los más afectados por los cambios en las condiciones económicas generales y mostraron niveles más altos de desnutrición. Mientras tanto, los grupos con la menor variabilidad, con mayor habilidad para resistir fluctuaciones económicas y con las más bajas tasas de desnutrición, se encontraron en los ejidos orientados hacia la agricultura de subsistencia y con producción diversificada. Por otro lado, cuando analizamos el impacto de la crisis económica de los años 1980, encontramos que los diferentes grupos habían reaccionado de manera diferente, y la evaluación mostró, una vez más, condiciones más favorables en el caso de los ejidatarios con producción más diversificada. (García, op. cit., págs. 165-166)

Haríamos bien en detenernos a meditar un poco antes de continuar por el rumbo que vamos.

Actualización 31/01/2011: El año 2011 no se quiere quedar atrás: Jeff Masters informaba hace unos días en WunderBlog, que en tan solo 3 semanas se habían producido ya una cantidad sin precedentes de megainundaciones en Australia, Brasil, Filipinas, Sri Lanka y Sudáfrica.

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