lunes, 31 de enero de 2011

James Howard Kunstler sobre el pico del petróleo y el declive financiero

James Howard Kunstler es un escritor, conocido por obras como The Long Emergency, y un proponente del nuevo urbanismo. La siguiente entrevista es la tercera de una serie que la revista The Nation está publicando sobre el tema del pico en la extracción de petróleo y el cambio climático.

Kunstler inicia opinando que estamos inmersos en una carrera entre dos de los elementos que van a dar al traste con la civilización industrial: el fracaso del sistema financiero y monetario, y el problema energético.

El momento actual es un período de destrucción de riqueza y capital debido a la enorme cantidad de deuda acumulada y, según Kunstler, la consecuencia es que en el futuro no contaremos con los recursos necesarios para financiar la reconversión tecnológica que nos permita enfrentar el fin de la era del petróleo barato.

Kunstler se ubica en el medio en el debate entre deflacionistas e inflacionistas y cree que es posible una depresión deflacionaria y un colapso del dólar estadounidense debido a la hiperinflación.

Cada vez hay más informes analizando los posibles efectos del pico del petróleo en la economía: el ejército alemán (1); la aseguradora Lloyd's of London (2); la Universidad de Kuwait (3); el Departamento de Energía y Cambio Climático del Reino Unido (4)… todos, excepto el gobierno de Estados Unidos.

Kunstler piensa que el problema es tan serio que los gobernantes de ese país no quieren siquiera mencionarlo y, lo peor, es que tampoco la élite de los ambientalistas estadounidenses es capaz de imaginar las soluciones que se requieren.

A Kunstler no le gusta ser calificado como un doomer, piensa que habrá beneficios colaterales del fin de la sociedad industrial, y entre ellos menciona retomar habilidades olvidadas, relacionarse con la gente y la naturaleza de un modo mucho más satisfactorio que el actual, y darnos un descanso de la modernidad.

Kunstler explica su visión del urbanismo tomando como ejemplo el caso de Detroit, el paradigma de la desindustrialización y del fin del mito del suburbio estadounidense.

Para enfrentar los retos futuros, Kunstler sugiere utilizar los escasos recursos económicos en la reubicación de las actividades vitales a escala local y en el decrecimiento de las mismas de acuerdo a la nueva realidad energética; también piensa que es importante reconstruir el sistema tradicional de ferrocarriles.

domingo, 23 de enero de 2011

Nicole Foss sobre la necesidad de actuar de modo constructivo frente al pico del petróleo

Nicole "Stoneleigh" Foss es coeditora de The Automatic Earth y cuenta con un impresionante cúmulo de conocimientos en diferentes disciplinas. La siguiente entrevista es la segunda de una serie que la revista The Nation está publicando sobre el tema del pico en la extracción de petróleo y el cambio climático.

La entrevista inicia con Foss explicando que el estado de ánimo colectivo ha pasado, del optimismo anterior a la crisis financiera, al pesimismo que la acompañó. Actualmente vivimos un nuevo momento de optimismo moderado: la gente quiere creer que las medidas implementadas por los gobiernos y los bancos centrales alrededor del mundo están funcionando, pero la confianza es débil.

La nueva etapa de la crisis, que está por desvelarse, se encuentra entonces con un sentimiento de miedo, enojo y negación de la realidad, que puede conducir a un comportamiento destructivo.

Para contrarrestar esto, Foss ha estado dando una serie de charlas en Europa y Estados Unidos tratando de explicar a empresarios, políticos y comunidades el impacto de la crisis económica (1). Hay que entender lo que ocurre y lo que nos depara el futuro próximo para no quedar paralizados; debemos actuar de modo constructivo (2).

Según Foss, la curva de Hubbert no refleja de forma adecuada las implicaciones del agotamiento del petróleo: el problema no debe analizarse desde el punto de vista del dinero requerido para explotar los pozos, sino desde la tasa de retorno energético.

Foss piensa que estamos en el inicio de una etapa deflacionaria que podría, incluso, hacer caer los precios del petróleo a $20 dólares por barril. Esta situación provocaría un colapso en la oferta a mediano plazo al ser imposible mantener la extracción debido a los altos costos de producción.

La contracción del crédito creará una situación similar a la Gran Depresión, pero a una escala mucho mayor y con efectos mucho peores de lo que muchos especialistas piensan. Foss recomienda salir de deudas vendiendo, por ejemplo, bienes raíces, para poder contar con la liquidez necesaria en los tiempos que se avecinan: es mejor rentar, que comprar.

Quizás el único razonamiento de Foss con el que no coincido, es el de una nueva subida en el valor de dólar. Juzguen ustedes mismos esta interesante entrevista.

miércoles, 19 de enero de 2011

Richard Heinberg sobre el pico del petróleo y los límites del planeta

A medida que pasa el tiempo, la preocupación en torno al pico en la extracción de petróleo y el cambio climático aumenta a nivel mundial.

The Nation, la revista semanal de publicación continua más antigua de Estados Unidos, ha preparado una serie de entrevistas con expertos en el tema que irá publicando en las próximas semanas.

Richard Heinberg es autor del libro The Party's Over y uno de los investigadores principales en el Post Carbon Institute; The Nation eligió iniciar la serie entrevistándolo a él.

Heinberg comienza explicando que la sociedad moderna depende en 95% del petróleo para transportarse. A medida que los combustibles fósiles se agoten, contaremos con menos energía disponible y nuestra forma vida cambiará de forma drástica.

A pesar que existen alternativas al petróleo en la actualidad, la realidad es que vamos a tardar décadas en hacer la transición energética (1).

A Heinberg le preocupa que las democracias modernas giran en torno al mito del crecimiento económico infinito. Como existe una fuerte correlación entre el consumo energético y el crecimiento económico, podríamos estar asistiendo al principio de una era no solo de nulo crecimiento, sino posiblemente de decrecimiento.

Heinberg afirma que, si bien todavía queda petróleo por descubrir, los nuevos pozos generalmente están ubicados en lugares de difícil acceso, como aguas profundas o ultraprofundas, que ponen a prueba la tecnología disponible… ¿Deepwater Horizon les pareció un desastre terrible? Imaginen lo que puede ocurrir en Tupí, a 7 Km de profundidad.

Con el petróleo a punto de rebasar nuevamente los $100 USD por barril, es posible que optemos por la extracción de petróleo de fuentes que antes no eran rentables, como las arenas bituminosas, pero ese tipo de soluciones son falsas por la tasa de retorno energético y la destrucción ambiental que generan.

Gas, uranio, fósforo, tierras raras… el agotamiento de los recursos naturales se hace cada vez más evidente y el problema no termina ahí: según Heinberg, en la actualidad empleamos 7 calorías provenientes de combustibles fósiles para producir 1 caloría de comida. Esta situación nos pone en un riesgo muy grande y el aumento en los precios de los alimentos que estamos experimentando en la actualidad no es más que el preludio de lo que nos espera (2).

Para Heinberg, la introducción de cultivos basados en semillas genéticamente modificadas no hace más empeorar la ecuación, ya que todavía no conocemos cuáles pueden ser sus efectos sobre nuestra salud (3).

No podemos imaginar cuáles serán las implicaciones de todos estos problemas en el futuro próximo. Afortunadamente hay mucha gente que ha tomado conciencia de la situación y está actuando para preparar la transición a un mundo diferente y mejor (4).

En la parte final de la entrevista Heinberg nos cuenta qué están haciendo.

martes, 4 de enero de 2011

Crónica del colapso: Cheyenne

Personal de mantenimiento desciende en uno de los silos de la base aérea Warren. (Foto: F.E. Warren Air Force Base)

Ocurrió el 26 de octubre de 2010: 50 misiles balísticos intercontinentales equipados con ojivas nucleares, la novena parte del arsenal de Estados Unidos, quedaron fuera de servicio debido a un fallo técnico en la base aérea Warren, cerca de Cheyenne, Wyoming.

Marc Ambinder, de The Atlantic, lo narró así (he resaltado parte del texto que muestra la gravedad de la situación):

En la mañana del sábado, de acuerdo a gente informada en lo que ocurrió, un escuadrón de misiles balísticos intercontinentales cayó de repente en lo que se conoce como estado "LF Down", lo que significa que los misileros en sus refugios no podían comunicarse con los misiles. LF Down también significa que varios protocolos de seguridad incorporados en el sistema de lanzamiento de los misiles, como alarmas contra intrusos y alarmas de separación de las ojivas, quedaron desconectados.

[…]

De acuerdo a [un] funcionario, los ingenieros descubrieron que unas fallas de hardware parecidas habían desencadenado un problema similar hace 12 años en la base aérea Minot en Dakota del Norte y en la base aérea Malmstrom en Montana. Esa pieza de hardware es la principal sospechosa.

[…]

"Nunca nos había ocurrido nada tan serio como esto", comentó un funcionario militar que fue informado del incidente. Ocasionalmente, uno o dos pueden apagarse, dijo el funcionario, y varias ojivas pueden estar fuera de servicio por mantenimiento rutinario. En un extremo, "podemos hacernos cargo posiblemente de 5, 6, o 7 al mismo tiempo, pero nunca hemos perdido el comando y control, y la funcionalidad de 50 misiles balísticos intercontinentales por completo".

Estados Unidos tiene el mayor gasto militar del mundo y destinó aproximadamente $685 millardos de dólares a ese rubro en su presupuesto de 2010. El 14% de ese dinero se emplea en la operación, desarrollo y mantenimiento de su arsenal nuclear; es decir, ¡casi $100 millones de dólares diarios!

De 1940 a la fecha el Pentágono ha invertido unos $5,500 millardos de dólares en su arsenal nuclear. A esta cifra habrá que añadir $300 millardos de dólares adicionales que se requerirán para limpieza, almacenamiento y desmantelamiento futuros (1).

No sé a ustedes, pero a mi lo primero que me vino a la mente, a propósito de armas nucleares y fallos técnicos, fue la escena final de Dr. Insólito, la extraordinaria película de Stanley Kubrick:

domingo, 2 de enero de 2011

Cambio climático y desastres antropogénicos

El año 2010 será recordado, entre otras razones, por la cantidad récord de "desastres naturales" asociados con el cambio climático que se produjeron.

Durante el verano boreal fuimos testigos, lo mismo de una terrible sequía acompañada de enormes incendios forestales en Rusia, que de brutales inundaciones en Pakistán que afectaron a unos 20 millones de personas.



Miles de personas murieron en estos países; las pérdidas materiales fueron cuantiosas y estuvieron acompañadas de aumentos en el precio de algunas materias primas como el trigo (1).

En México, los "desastres naturales" son un problema recurrente durante la temporada de huracanes. Año con año nos dedicamos a reconstruir lo que el agua se lleva, como en el reciente caso del huracán Alex en Monterrey o el de la inundación de Villahermosa en 2007.

El río Santa Catarina en Monterrey, Nuevo León, tras el paso del huracán Alex. (Foto: JayCee Loop)

De acuerdo al Atlas de riesgo 2010 de Maplecroft, la mayor vulnerabilidad al cambio climático se da en los llamados "países subdesarrollados".

Índice de vulnerabilidad al cambio climático 2009/2010. A medida que el color cambia de azul a amarillo, el riesgo disminuye.

Es posible que sea por esto que los estadounidenses se muestran escépticos ante los riesgos del cambio climático.

Pero, ¿cuántos de estos desastres son, en realidad, producto del cambio climático y cuántos producto de la estupidez humana?

Rolando García, un investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, expone en su libro Sistemas complejos. Conceptos, método y fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria, algunos ejemplos que llamaron mi atención:

Ejemplo I
Al principio de la investigación sobre la introducción de cultivos comerciales en la región conocida como El Bajío, se hicieron entrevistas en diferentes comunidades campesinas. Hubo acuerdo unánime en considerar que uno de los problemas más serios de la región era el cambio climático reflejado en sequías cada vez más prolongadas. Esto era un hecho aceptado sobre la base de la experiencia personal de los granjeros, es decir, era considerado como "el producto de la observación".

El análisis climatológico que hicimos, sin embargo, no mostró ningún cambio en la frecuencia o en la duración de las sequías en décadas recientes. Había variaciones como consecuencia de ciertas fluctuaciones climáticas, pero sin que éstas mostraran una tendencia particular.

Las razones de esta discrepancia se clarificaron con el progreso de la investigación. El distrito de irrigación había sido ampliado cuando fueron introducidos los nuevos cultivos [de sorgo] mediante la excavación de pozos a gran escala. La sobreexplotación del manto acuífero condujo a un marcado descenso del manto freático. Esto, a su vez condujo a la rápida absorción del agua de lluvia por el subsuelo. Lo que los campesinos "observaron" no era una sequía más prolongada sino períodos más largos en los que el suelo estaba seco […]

Ejemplo II
En un estudio realizado en el Valle del Etla, en el estado de Oaxaca, encontramos que el río que proveía agua para propósitos de irrigación había sufrido un cambio importante en décadas recientes. La experiencia campesina (incluso más que los datos oficiales) fue concluyente: "cuando era joven me podía bañar en el río durante todo el año; ahora hay largos períodos en que el río está seco". Una vez más la sequía era señalada como culpable. Investigaciones posteriores mostraron que el régimen de lluvia no había cambiado. La carencia de agua en el río se debía a la deforestación de las áreas más altas en las colinas que rodeaban el valle. (García, op. cit., págs. 164-165)

Podemos concluir entonces que la acción del hombre sobre la naturaleza puede provocar, a través de la deforestación, tanto inundaciones, como sequías.

Pero no sólo eso: la promesa de un futuro mejor a través de la "modernización" de la agricultura tradicional también puede provocar, a mediano plazo, una disminución en la calidad de vida y desnutrición:

Ejemplo III
En la región de La Laguna emprendimos estudios fuera del distrito de irrigación. También realizamos una investigación retrospectiva sobre la calidad de vida de la población, utilizando los índices de variación de desnutrición en comunidades con diferentes historias productivas.

Encontramos que, por un lado, los grupos cuya producción estaba vinculada con el mercado regional tenían un estado nutricional menos estable; eran los más afectados por los cambios en las condiciones económicas generales y mostraron niveles más altos de desnutrición. Mientras tanto, los grupos con la menor variabilidad, con mayor habilidad para resistir fluctuaciones económicas y con las más bajas tasas de desnutrición, se encontraron en los ejidos orientados hacia la agricultura de subsistencia y con producción diversificada. Por otro lado, cuando analizamos el impacto de la crisis económica de los años 1980, encontramos que los diferentes grupos habían reaccionado de manera diferente, y la evaluación mostró, una vez más, condiciones más favorables en el caso de los ejidatarios con producción más diversificada. (García, op. cit., págs. 165-166)

Haríamos bien en detenernos a meditar un poco antes de continuar por el rumbo que vamos.

Actualización 31/01/2011: El año 2011 no se quiere quedar atrás: Jeff Masters informaba hace unos días en WunderBlog, que en tan solo 3 semanas se habían producido ya una cantidad sin precedentes de megainundaciones en Australia, Brasil, Filipinas, Sri Lanka y Sudáfrica.